Dicen por ahí que es una gran cosa eso de ser madre de una madre.
Dicen también que el amor no es perfecto hasta cuando llega el primer nieto.
Eso lo debes saber tú mejor que cualquiera.
Son sólo tus abrazos los únicos capaces de transmitirme ese amor que el destino guardó de generación en generación para mí.
No hay remedio casero ni más efectivo que tu voz al teléfono cuando me gana la nostalgia y el frío de estar lejos.
No hay remedio casero ni más efectivo que tu voz al teléfono cuando me gana la nostalgia y el frío de estar lejos.
Pero sabes, de todas las muchas cosas que extraño, echo de menos tu simpleza, tu humilde rutina.
Extraño verte recorrer la cocina y la sala con la prisa de quien va a perder el tren, con el simple afán de atenderme.
Se que más de una vez pequé de cómoda en alguna que otra visita, pero aquí entre nos, no fue pereza o desgano; siempre he sabido que para ti, esas pequeñas diligencias son tu forma favorita de querernos.
De hacernos sentir bienvenidos.
De dejarnos saber que en tu casa somos todos especiales para ti.
Qué no daría yo por cruzar el parque y sentarme un ratito a tu mesa.
Qué no estaría dispuesta a cambiar, porque calientes el agua y llenes mi taza como de costumbre.
Anhelo contarte con mis manos y mis labios como transcurrió mi día, quiero hacerte bromas y que dejes escapar esa risa honesta que llevabas postergada por un tiempo.
Extraño que tu corazón generoso me mire con ojos de orgullo.
Quiero sentirme pequeña de nuevo contigo.
Ser tu nieta que llega de repente de visita.
Quiero enumerarte que son más de ochenta mis motivos, que lo extraño a él casi tanto como tú y que hace poco me visitó entre sueños y me sonrió complacido.
Suprimir la distancia y la línea telefónica para que mis te quieros te lleguen más cerquita al oído.
Que pasemos juntas la tarde y sentirme vulnerable a tu lado.
Dejar de ser por un instante hermana, hija o esposa, para ser tu Milenita que está lejos y te ansía.
Quiero que de nuevo seas tú quien ponga la mesa, que compartas conmigo tu pan, tu consejo y tu abrigo.
Quiero que te pongas contenta porque subí cinco kilos y en tu tiempo los kilos emulaban bienestar y belleza.
Quiero ser gordita para hacerte feliz.
Quisiera al fin deshacerme de la pena de pasar otro cumpleaños sin ti, dejar olvidado en algún remoto lugar, la angustia de un reencuentro para siempre pendiente.
Te extraño y te amo.
Y debes saber también, que nada me hace más dichosa ni más afortunada, que seas tú la mamá de mi mamá.
Quiero enumerarte que son más de ochenta mis motivos, que lo extraño a él casi tanto como tú y que hace poco me visitó entre sueños y me sonrió complacido.
Suprimir la distancia y la línea telefónica para que mis te quieros te lleguen más cerquita al oído.
Que pasemos juntas la tarde y sentirme vulnerable a tu lado.
Dejar de ser por un instante hermana, hija o esposa, para ser tu Milenita que está lejos y te ansía.
Quiero que de nuevo seas tú quien ponga la mesa, que compartas conmigo tu pan, tu consejo y tu abrigo.
Quiero que te pongas contenta porque subí cinco kilos y en tu tiempo los kilos emulaban bienestar y belleza.
Quiero ser gordita para hacerte feliz.
Quisiera al fin deshacerme de la pena de pasar otro cumpleaños sin ti, dejar olvidado en algún remoto lugar, la angustia de un reencuentro para siempre pendiente.
Te extraño y te amo.
Y debes saber también, que nada me hace más dichosa ni más afortunada, que seas tú la mamá de mi mamá.
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