sábado, 12 de mayo de 2012

Perfectamente imperfecta

Hace ya un buen tiempo que llevo alejada de mamá. 
Se podría decir que han pasado varios meses desde la última vez que hablamos.
Un buen día me hirió de muerte vía e-mail. Una mañana trágica en un hotel muy lindo en San Petersburgo.
Es curioso como la tecnología es capaz de ayudar a romperle el corazón a uno, pensé aquella mañana nublada de vacaciones.
Probablemente no alcanzó a medirse, seguro estaba tan preocupada la pobre, tan pero tan molesta, que la rabia terminó envolviendo por completo sus palabras.
Después de leer sus fulminantes líneas, decidí aquél día que me merecía un tiempo para procesar a solas el dolor, para atenuar así mejor la pena. 
Para terminar de comprender que mamá también se equivoca.
Que mamá se enoja, que por ratos olvida que estoy lejos y que aquí no tengo mamá de repuesto. 
Que la distancia multiplica la incertidumbre, que las palabras no suenan lo mismo si no me las dice parada frente a mí. 
Que no puedo responder mirándole a los ojos, ni ella puede ver las lágrimas que recorren mis mejillas.
He tenido que crecer todo lo que modestamente he crecido, para reconocer cuán mortal es mamá.
Tan hecha de carne y hueso como cualquiera, tan llena de aciertos y desaciertos, como lo soy yo por ejemplo.
Ese fue mi último y más valioso descubrimiento.
Ahora me la imagino sin alas, sin trono, varita mágica, altar ni corona. 
Definitivamente menos super héroe y más humana.
Simplemente más mamá.
Como lo seré yo algún día supongo.
Equivocándose e hiriendo, como yo lo haré sin querer en algún tiempo.
La pena que dejaron sus palabras, se ha ido convirtiendo para mí en una nueva e inesperada perspectiva. En un matiz diferente.
Se debe seguramente a la capacidad que tenemos los seres humanos para sobrevivir al dolor, reconstruyendo de escombros lo que queda, volviendo cierto lo incierto.
Me aterra un poco imaginar cuántas veces habré de romperte el corazón un día lejano. Y cuántas veces ni siquiera sospecharé haberlo hecho.
(Te pido disculpas desde ahora mi amor, sé cuánto duele. Te prometo que no fue, ni nunca será mi verdadera intención).
Ahora en cambio, a diferencia de hace muchos años, tengo la certeza que seré algún día una mamá completamente imperfecta; que perderé la paciencia fácilmente, que postergaré los abrazos que te hagan falta, que daré por sentado que has de saber cuánto te quiero.
Lamento si en el futuro no mido mis palabras, si se me hace más fácil criticarte que premiarte con besos. 
No es maldad, incomprensión ni falta de cariño, es que soy sencillamente un ser humano... Ni más ni menos.
Confío en que habré de hacer un buen trabajo, como el que mamá alguna vez hizo conmigo.
Al menos lo suficientemente bueno como para que todas tus dudas se disipen a la hora de la gran pregunta. Para que sepas de memoria y sin lugar a titubeos, que este yo tan incompleto, te ama de la única manera, arte y ciencia, que no conoce equivocaciones. 
Que mi amor por ti será el mismo que mamá siente por mí, tan igual, tan así... Tan humano pero al mismo tiempo tan perfecto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario