Si tuviera que resumirnos hoy en día, diría que nosotros somos lo más honesto que poseo en la vida. Lo más real, lo más imperfecto y bonito.
Después de todo el tiempo que llevamos juntos, he descubierto para mi sorpresa que no me enamoraron de ti tus fingidas buenas maneras; qué importa a estas alturas de la vida y de nuestro amor, cuántas veces me abriste la puerta del auto o cuántas me jalaste la silla.
Después de todo el tiempo que llevamos juntos, he descubierto para mi sorpresa que no me enamoraron de ti tus fingidas buenas maneras; qué importa a estas alturas de la vida y de nuestro amor, cuántas veces me abriste la puerta del auto o cuántas me jalaste la silla.
Haciendo memoria recuerdo también como solíamos esforzarnos en mantener conversaciones alturadas y cuánto intentabas impresionarme con tus artículos aprendidos casi de memoria del internet. O cuánto odiábamos los silencios entre nosotros porque temíamos parecer aburridos o faltos de química.
Luego, cuando entramos más en confianza, me confesaste sonrojado que dejaste de hacer bolitas de la servilleta después de comer, sólo porque en algún momento te comenté distraída, que detestaba las malas costumbres en la mesa por herencia de mi abuelo.
Debo confesarte ahora, que al inicio me levantaba unos minutos antes que tú para dirigirme al baño en puntitas, pasarme el peine y rizarme las pestañas para lucir "linda natural" para ti temprano por la mañana. Ahora caigo en la cuenta cuánto me dañaron el cerebro Hollywood y sus comedias románticas. Lo lamento, las simples normales mortales como yo, amanecemos despeinadas y con legañas.
No soy reina de belleza, no admiro al Papa, pero sí leo a García Márquez y cuando me acuerdo, deseo también la paz mundial.
Uff qué alivio! No somos perfectos como pensábamos y sin embargo todavía nos queremos. Si lo hubiéramos sabido antes, cuantos falsos piropos, restaurantes caros, maquillaje y cartitas cursis nos hubiéramos ahorrado.