domingo, 19 de junio de 2011

En tu día...

Sonó el teléfono y después de intercambiar un par de palabras con mamá, papá nos comunicó que habías oficialmente partido.
Te fuiste una mañana para no volver.
Cambiaste los jeans, el blazer y los borceguíes por alas.
De pronto ya no había por quien empinarse para estamparle un beso, los crucigramas se quedaron en blanco llorando tu ausencia y se esfumó por completo tu sombra con olor a "old spice".
Hoy, muchas mañanas después, celebro de lejos por un papá que del otro lado del mundo almuerza rodeado de sus tres nietos. Por él, que me puso el nombre después de leer a Kafka, que me enseñó a hacer los mejores Gambitos y dar los mejores Jaques, a quien le debo mi debilidad por Sinatra y la literatura y de quien heredé además su buen sentido del humor.
Pero celebro este día por ti también, que fuiste doblemente papá y que si aún vivieras serías un orgulloso y chochísimo bisabuelo.
Tu amor es tan grande e imperecedero, que ellos sin haberte podido conocer, hablan de ti y saludan a diario en las noches cuando recitan sus oraciones. Y se debe supongo no sólo a los relatos llenos de recuerdos bonitos que su mami les cuenta de ti, sino porque además, con seguridad, tu amor y protección la sienten ellos también todo el tiempo.
No recuerdo exactamente nuestra última conversación o nuestra última tarde juntos, pero sin embargo aún me queda impregnado aquél último abrazo tan tibio que me regalaste cuando decidiste visitarme en sueños.
Sé que tus abrazos dulces, tus ojos celestes, tu cabello gris, tus viejos botines y tu olor a colonia después de afeitar; me esperan, me cuidan y me echan de menos.
Me pregunto si allá arriba hay playeros a rayas en cada nube, si tomas té puntual a las cinco o si les preparas a todos  guargüeros.
Me pregunto si nos miras del cielo sonriente y complacido.
Si somos aquello que siempre esperaste, si tu familia no te ha defraudado, si ves con agrado en lo que se han convertido tus nietos.
Con certeza nos bendices a todos, nos observas a diario y tu amor de muy lejos nos cuida.
Seguramente en nuestros momentos de debilidad o tristeza te sientas transparente a nuestro lado.
Seguramente fuiste tú el primero en darle un beso a cada bisnieto, seguramente los conociste y conocerás a todos antes que lo hagamos nosotros.
Seguro Dios te los cede un ratito para que los mezas en tus brazos y los mimes antes que sus propios padres.
Tú eres quien les da realmente la bienvenida al mundo y les cuenta bajito, casi susurrando, que los amas y que llevan tu sangre.
Seguro nos mandas a todos saludos que ellos olvidaron entregar porque demoraron un par de años en pronunciar sus primeras palabras.
Gracias por eso, por estar siempre con nosotros a pesar de no estarlo.
Por interceder por tu familia en el cielo y estar detrás de cada bendición y de cada buena nueva.
Por tu protección y tus visitas en sueños.
Por haber sido y ser hasta el infinito, nuestro PapiGuillermo.
Feliz Día! El regalo y el abrazo me los quedo hasta nuestro próximo encuentro...

No hay comentarios:

Publicar un comentario