miércoles, 27 de julio de 2011

Somos libres, seámoslo siempre!

Qué es la Libertad? Cómo la defines?
Fueron quizás las ansias contenidas que llevaron muchos años atrás a nuestra gente sometida a rebelarse, para poder así conocer y experimentar esa palabra a plenitud.
Fueron quizás, aquellos que nos preceden en el árbol genealógico, mucho pero mucho tiempo atrás, quienes quisieron legarle a sus hijos, a los hijos de éstos y así sucesivamente, una tierra digna donde habitaran todas las razas y todos los credos, donde los pensamientos distintos pasearan libremente y sus gentes mostraran respeto entre sí.
Un día inolvidable cayeron los peruanos en la cuenta que su espíritu era mucho más fuerte que cualquier cadena, que el color de su piel no los hacía menos sino más bien especiales, que el suelo que a diario pisaban les pertenecía.
En el día de nuestra independencia nos despojamos de todo rencor y perdonamos a quienes alguna vez nos sometieron y nos hicieron daño, celebramos en una fiesta pintada de dos colores que hemos crecido, que somos con el tiempo mejores en alma y espíritu. 
Festejamos aquello que de pequeños leímos en los libros, apreciamos la soberanía que a diario nos pertenece y que inconscientemente ignoramos.
Un día como hoy nos detenemos un ratito y valoramos la libertad con la que nacimos, pero que significó la lucha, el sudor y la sangre de otros muchos. 
Hoy las actuaciones en las escuelas pretenden resumir tiernamente la historia vistiendo a los niños de héroes, hoy los techos flamean banderas que ondulan en el cielo orgullosas.
Hoy nos deshacemos de todo complejo, hoy el tiempo nos da la razón y mira encantado como esta tierra ha crecido, como sus hijos se hacen grandes también y como su esfuerzo construye de a pocos un país más noble y todavía más digno.
Hoy que pienso en ti Perú me embarga la nostalgia, tú me viste nacer, doraste mi piel con el color de tu sol y enredaste mi pelo con el aire fresco de tus montañas. Me heredaste el salero, tu buen humor y la mixtura perfecta que esconde tu historia y todas las gentes que cobijaron tus alas.
Hoy que no habito tus plazas, que no camino tus calles ni respiro tu aire tibio con sabor a maracuyá y tamarindo; te extraño.
Te ansío.
Te busco pero te hallo lejos. Me llega distante tu eco, tu música alegre que mueve mis pies y hace vibrar mi garganta.
Hoy te añoro patria.
Esa patria que fiel siempre me espera, que puedo sentir desde mi asiento de avión y que hace que valga la pena sortear 13 horas de vuelo incluyendo escalas.
Ese puñado de memorias, ese suelo donde viven mis recuerdos, donde me aguarda el rostro de mis buenos amigos  y los almuerzos familiares en casa.
Tú me regalaste lo que más amo, me hiciste bailarina, mujer de armas tomar, generosa de espíritu y de inacabables abrazos tibios. 
Tu vives en todos aquellos que andamos lejos, en nuestra sangre tan roja como tu bandera, en nuestros pensamientos que conservan tus paisajes intactos y tus cielos coloridos; en las raíces que nos harán siempre, cada vez, volver a la tierra en que nacimos.






miércoles, 20 de julio de 2011

I know we're cool...

Cuando andaba cursando el último año del colegio, todas hablaban de chicos, todas estaban perdidamente "enamoradas" de alguno y lidiaban con suspiros, amores no correspondidos y corazones rotos.
Yo sentía que debía preocuparme porque no pululaba cual alma en pena idiotizada por alguien en los pasillos de la escuela, no tenía la menor idea de lo que todas ellas decían sentir.
Pero en secreto ansiaba sentir algo parecido, envidiaba en silencio el intercambio de notitas de amor, las llamadas a escondidas, los encuentros clandestinos.
Hasta que terminé la secundaria y había que prepararse para ingresar a la universidad. Fue allí donde lo conocí. Fue allí que experimenté de cerca por primera vez aquel sentimiento pegajoso, que te atonta y te hace sintonizar canciones románticas en la radio y escribir palabras cursis en tu diario.
Me "enamoré" del chico perfecto, al menos eso pensaba; era inteligente, sensible, mi tipo de hombre definitivamente. Me derretía cuando lo tenía cerca y atesoraba nuestras conversaciones pasajeras en los recreos.
Nunca se lo dije, nunca me correspondió tampoco. Su sombra sin embargo me persiguió hasta los primeros semestres de la universidad y terminaron despejándose para siempre mis vanas ilusiones cuando lo ví de la mano de una afortunada chica.
Ahora está casado y vive en otro país. Me he sentido muchas veces, cuando lo encuentro conectado virtualmente, tentada a confesarle mi delirio de aquellos años, entre libros, exámenes y el pánico por no ingresar a la universidad. Imagino que si algún día me atrevo, nos reiremos. Quizás me sonroje cuando me comente que alguna vez lo sospechó, quizás fui demasiado obvia como mis amigas decían. Quizás me esté leyendo ahora y saque su propias conclusiones.
Tiempo después de mi "enamoramiento" frustrado, apareció inesperadamente él. Quien ocupó y ocupará siempre el lugar de "primer enamoradito oficial".
Todo comenzó inusualmente y como producto de la casualidad. Con el transcurrir de muchas semanas y nuestras varias salidas, intuía que algo estaba definitivamente por pasar entre nosotros. Siguiendo los sabios consejos de una de mis mejores amigas, esperé desde mi trono de princesa sumamente conservadora y chapada a la antigua, que me pidiera mirándome a los ojos y tomando tiernamente mis manos que me convirtiera en su señorita enamorada, y así lo hizo. Acto seguido nos besamos.
Fue el enamorado que, sin mentir y modestia aparte, muchas querrían tener, era sumamente atento, romántico a más no poder y detallista hasta el cansancio. Sin embargo mi inexperiencia y mis tontos esquemas decidieron que no estaba a la altura de las circunstancias, todo porque con él según yo, no podía sostener una conversación alturada.
Después de eso el pobre se quebró. Desapareció por semanas, luego recuperamos esporádicamente la comunicación y un buen día de lo más inesperado llamó a mi casa. Me llamó con la voz baja y entrecortada, porque necesitaba escuchar mi voz para sentirse mejor. Esa fue digamos su manera de despedirse de nosotros para siempre. 
Resulta que la chica con la que estaba saliendo tiempo después de que lo nuestro acabara, había salido embarazada. En realidad fue para él algo inesperado. Y conociéndolo, poseedor de un buen corazón y un alma noble, decidió a pesar de sus dudas y su inseguridad frente a aquella nueva relación, que no había pasado aún los límites de la formalidad, tratar de formar una feliz familia.
Así que mi primer chico se convirtió en papá.
Entretanto, yo andaba encandilada con un nuevo galán, un amor bastante cibernético para decir verdad, de acorde con los nuevos tiempos y mi poca vida social.
Fue la primera vez que me enamoré en mi vida.
Viví por largos años sin pensarlo en una imaginaria burbuja. Perseguida muy a mi pesar por la sombra de sus recuerdos.
Me hicieron sufrir su falta de decisión y convicción por dejar atrás la desconfianza, componer su corazón roto, armarse uno nuevo y más fuerte y quererme como, valgan verdades, me lo merecía.
Lloré como quinceañera desvalida, protesté y maldije la hora infame en que este muchachito entró en mi vida. Pero quién no ha tenido uno de esos amores insanos? De esos que hacen continuamente daño, que nacieron descompuestos y no queremos enfrentarlo.
Me costaron lágrimas, decepciones e insomnio lograr echarlo al olvido.
Cuando andaba decidida a continuar sola pero en paz con mi vida, se apareció ante mis ojos una oportunidad totalmente nueva. Impensada, incalculada, que venía de lejos y me hablaba en inglés y pronunciaba fuerte las erres.
Me deslumbró el hecho de poder empezar completamente de nuevo, de volar lejos, de hacer borrón y cuenta nueva y dejar a mi corazón que lo engrían. 
Le atribuí su aparición a la magia del destino.
La ilusión se formalizó rápidamente, el anillo en mi dedo brillaba y me repetía que había pasado a las ligas mayores. Que la vida cambia, los caminos se contornean y giran. 
La ilusión que interpreté mal y alargué ingenuamente se desvaneció.
Ya lejos y muerta de pena me deshice en pedacitos.
No había por aquél entonces cerca, mejor amiga a quien abrazar y contarle mis penas, no era más, tiempo de llorar desconsolada frente a mamá para ser arrullada como niña desprotegida, había en cambio que volverse fuerte, tomar decisiones de esas que poseen la capacidad de cambiarte la vida para siempre. Y así lo hice.
Siempre me pregunté, como hacen todas la jovencitas inexpertas, aquellas que buscan incansablemente la mejor mitad, que ven películas románticas comiendo canchita y suspiran; cómo se siente, cómo huele y a qué sabe el gastadamente llamado "amor verdadero". 
Con cada altibajo, con cada ruptura, con cada bache en el corazón, veía la posibilidad de encontralo remotamente lejos. Si es que acaso tal palabrita cursi realmente existía.
Quizás no era más que el macabro porducto del marketing, de la industria cinematográfica, de las novelas tontas o los libros rosas de alguna que otra escritora cuarentona.
Nos cuesta mucho comprender que el amor circula en su torbellino propio, se mueve con sus propias alas, suspira con sus propios labios. Se construye y desconstruye en la medida que nuestro corazón lo crea.
Nosotros le damos la bienvenida con nuestros brazos abiertos, con cada página que volteamos, con cada amor canalla que eliminamos de nuestra vida, con cada sonrisa que sin mezquindad compartimos y que tiene la capacidad de enamorar instantáneamente.
Yo lo encontré subiendo las escaleras una tarde de otoño.
Entendí entonces por qué había que pasar por tantas pruebas, por qué tenía que equivocarme tanto. Por qué sufrí como una boba, por qué derramé lágrimas desconsolada pensando que el mundo se acababa, por qué perdí la fé, por qué me volví a equivocar y por qué pensaba estar sumanente enamorada y sufría al no ser a mi gusto correspondida.
Todos mis amores y desamores me empujaron a subir cada escalón.
Todos me prepararon, me vistieron de camisa y de botas, me colocaron un 15 inolvidable de Noviembre frente a él.
Por eso hoy cuando los recuerdo sonrío, a pesar que no hablemos más, a pesar que el contacto progresivamente se haya perdido, a pesar que estén ya casados algunos, otros por casarse y algún otro con hijos. 
Porque fueron parte de mi historia, porque aunque se acuerden o no de mí, a pesar que sus nombres frágilmente se me olviden con el tiempo, contribuyeron a éste, mi tan ansiado final feliz.




miércoles, 13 de julio de 2011

Lactosa free life!

De chiquita, cuando aún iba a la escuela, había que tomar religiosamente y sin chistar, una taza de leche que para mis ojos de niña, era inacabable y poseía medidas descomunales. Recuerdo claramente haberle tenido pavor a la hora tan puntual y temprana de mi rutinaria tortura.
A pesar de mis quejas, pucheros y llantos, mamá le adjudicó mis dolores de panza a mi chochera y mi infantil rebeldía.
Cuando llegó la hora de la independencia y mi edad me permitía darme el lujo de decidir cuestiones simples y caseras como tomar o no leche en casa, mis días transcurrían ligeros y mis desayunos sin miedos. 
Al llegar a Alemania y de pura curiosa, probé sin mesura los chocolates, yogures y quesos que en bandeja esta tierra me ofrecía, se apoderó de mí entonces como consecuencia, un dolor agudo que me mandó a reposo y me hizo llamar a "Herr Lämmel", mi doctor de cabecera de aquél entonces.
Después de hacerme unas pruebas recomendadas por él, declaró oficialmente como seguramente ya sospechaba, que yo padecía de "Intolerancia a la lactosa" y me mandó a hacer dieta estricta de por lo menos varias semanas.
Después del veredicto sonreí triunfante... Lo sabía!!! Lo mío nunca fue capricho ni chochera, mi organismo sencillamente produce poca o ninguna cantidad de la enzima lactasa, que en buen cristiano y resumidas cuentas, conlleva a que a mi cuerpo le sea imposible procesar la lactosa, que no es más que el «azúcar de la leche». 
En ese momento fui la mujer intolerante a la lactosa más feliz y orgullosa.
Pasé una infancia sufriendo malestares que según los adultos eran inventados y una juventud que le tuvo tirria a ese líquido blanco y cremoso.
Hoy en cambio camino altanera por los supermercados y me dirigo directamente a la sección de lácteos, le he perdido pavor a la leche y ahora para mi alivio puedo elgir entre leche de soya o la leche deslactosada.
Sabías que en aquellas culturas donde el consumo de leche y sus productos derivados ha sido habitual durante años el chance de padecer de esta afección es mucho menor que en aquellos pueblos en donde, tradicionalmente, no se consumía leche. 
A esto se le denomina: Deficiencia congénita de lactasa.
Como resultado de esto, la intolerancia de la lactosa a nivel mundial varía dependiendo principalmente del origen étnico.
Es decir que los grupos más afectados son por ejemplo: los africanos, indios, americanos y asiáticos, en comparación con la escasa incidencia que presentan los estadounidenses caucásicos y los europeos escandinavos.
Y si te pones a pensar que en el Perú no habían vacas hasta la llegada de los españoles... sacarás tus propias conclusiones.
Pero has caído alguna vez en la cuenta también, que la leche en los mamíferos en general está destinada a alimentar a las crías en las primeras etapas de su vida y una vez que ésta alcanza un desarrollo suficiente para alimentarse  por sí sola, interrumpen su consumo y jamás vuelve a ser utilizada en la edad adulta.
Nosotros los seres humanos en cambio, somos los únicos mamíferos que siguen consumiendo leche durante toda su vida, leche de otras especies además. 
Mientras se me ocurren y trato de responder estas y más interrogantes, mi vida es ahora una vida maravillosa, blanca, cremosa... Y sin lactosa!





miércoles, 6 de julio de 2011

Muchacha Provinciana

Hoy amanecí nostálgica, hoy quiero cambiar los tranvías aburridos por autobuses repletos de pasajeros con cobrador incluído, o como los denomina mi esposo en su español fantasioso: "colector de clientes". Hoy quiero que en voz alta repita "apéguese señora, apéguese porfavor", dudo que por aquí el conductor del tram con su uniforme y corbata tenga la creatividad tal como para inventarse verbos nuevos y un vocabulario totalmente hecho a la medida.
Hoy quiero pasear por el centro y que me llegue el sonido de la cumbia que emanan las tiendas y sus vendedoras pretendan endulzarme con sus frases aprendidas y que sus mentiras piadosas me hagan creer que sí, efectivamente, el jean de sesenta soles que pretenden vender, me hace el milagro y mágicamente unas caderas contorneadas y un trasero levantado se apoderan de mí.
Hoy quiero que en el supermercado inmenso con su piso blanco impecable, sus carritos de metal y sus puertas automáticas, me llamen "casera, caserita que va a llevar hoy?".
Hoy quiero tomar un taxi y que desaparezca por arte de magia el taxímetro y practique el hobby preferido de todo aquél que se haga llamar latinoamericano: "pedir rebajita". Hoy quiero que el conductor le baje un poco el volúmen a su radio y en vez de chicha resuenen nuestras voces que hablan de "la Keiko y el Humala" o de algún ampay reciente de Magaly y yo por supuesto comente indignada la salida de Rosa María Palacios de la TV.
Hoy extraño el paisaje colorido, la gracia y el salero de mi tierra. El caos divertido que en ocasiones se apodera de sus calles, el desorden pintoresco, todos los rostros sonrientes y sus mañanas soleadas que ignoran olímpicamente estadísticas, índices, números y PBI.
Gracias al cielo, a mi fortaleza de espíritu y mi buena educación, no soy ninguna alienada, ni ninguna huachafita que absurdamente olvida sus raíces por el sólo hecho de pasear por calles europeas y pagar las cuentas en euros. 
Me alegro y estoy sumamente agradecida de la buena suerte y los brazos extendidos con los que estoy siendo acogida por aquí, pero sin embargo extraño en buena medida aquello que a muchos sonroja y pretenden olvidar, nuestro ritmo, nuestro color y nuestro sabor, como nos cantaría la querida Eva Ayllón.
Hace poco le envié a mi esposo por Facebook el link de una de sus canciones  peruanas preferidas, una que escuchó permanentemente en sus vacaciones en Perú y le quedó para siempre grabada en la mente, luego le recordé nuestra "luna de miel" en la Selva, la cecina, el lomo saltado con "papas viejas", el calorcito y la naturaleza.
Debemos volver, le sugerí ansiosa, él me pidió a cambio que esta vez le dejara comprarse libremente una tajada de sandía, de esas que venden en bolsa plástica a cincuenta céntimos y en carretilla.
Después de eso, me quedó todavía más que claro porque amo tanto a ese rubilindo, ojiazul y desteñido.



sábado, 2 de julio de 2011

Pasos lejanos...

No es para nada sencillo conquistar un país que te fue al inicio totalmente desconocido. Lidiar con sabores distintos, con un idioma nuevo; gente y hábitos diferentes a los que estabas acostumbrada y finalmente un clima tan diverso como las pruebas que en el camino hay que enfrentar. Cambiar las sonrisas y abrazos de los que extrañas por correos electrónicos, cámaras web y llamadas telefónicas.
Amansar a diario la nostalgia para que así ésta duela menos.
Tú y yo lidiamos una pequeña y silenciosa batalla personal, una lucha día a día contra la desesperanza, contra la añoranza del suelo que dejamos atrás y los recuerdos y las voces que siempre guardará consigo.
Conozco de cerca tu sacrificio, los malos días que en ocasiones te hacen dudar y tu entrega cotidiana por dibujar felices tus mañanas.
Tus motivos son parecidos a los míos, nuestras razones viven enumeradas en la memoria y las defendemos con el alma y el corazón. El mismo que nos trajo hasta donde hemos llegado y que sonríe complacido con cada pequeño logro, con cada pedazo de esta tierra ajena que nuestros sueños, nuestro sudor y nuestras manos vuelven cada vez más nuestra.
Hoy valoro tu esfuerzo que también es el mío. Hoy te celebro y me celebro a mí también que andamos lejos, que acortamos distancias, que jugamos con la geografía y conquistamos éste y todos los suelos.
El mundo es de quien nace como nosotros para conquistarlo y no de quien sueña que puede hacerlo.

Un abrazo para todos aquellos conquistadores de espacios nuevos, de alma viajera y pasos lejanos :)

Mile.