miércoles, 13 de julio de 2011

Lactosa free life!

De chiquita, cuando aún iba a la escuela, había que tomar religiosamente y sin chistar, una taza de leche que para mis ojos de niña, era inacabable y poseía medidas descomunales. Recuerdo claramente haberle tenido pavor a la hora tan puntual y temprana de mi rutinaria tortura.
A pesar de mis quejas, pucheros y llantos, mamá le adjudicó mis dolores de panza a mi chochera y mi infantil rebeldía.
Cuando llegó la hora de la independencia y mi edad me permitía darme el lujo de decidir cuestiones simples y caseras como tomar o no leche en casa, mis días transcurrían ligeros y mis desayunos sin miedos. 
Al llegar a Alemania y de pura curiosa, probé sin mesura los chocolates, yogures y quesos que en bandeja esta tierra me ofrecía, se apoderó de mí entonces como consecuencia, un dolor agudo que me mandó a reposo y me hizo llamar a "Herr Lämmel", mi doctor de cabecera de aquél entonces.
Después de hacerme unas pruebas recomendadas por él, declaró oficialmente como seguramente ya sospechaba, que yo padecía de "Intolerancia a la lactosa" y me mandó a hacer dieta estricta de por lo menos varias semanas.
Después del veredicto sonreí triunfante... Lo sabía!!! Lo mío nunca fue capricho ni chochera, mi organismo sencillamente produce poca o ninguna cantidad de la enzima lactasa, que en buen cristiano y resumidas cuentas, conlleva a que a mi cuerpo le sea imposible procesar la lactosa, que no es más que el «azúcar de la leche». 
En ese momento fui la mujer intolerante a la lactosa más feliz y orgullosa.
Pasé una infancia sufriendo malestares que según los adultos eran inventados y una juventud que le tuvo tirria a ese líquido blanco y cremoso.
Hoy en cambio camino altanera por los supermercados y me dirigo directamente a la sección de lácteos, le he perdido pavor a la leche y ahora para mi alivio puedo elgir entre leche de soya o la leche deslactosada.
Sabías que en aquellas culturas donde el consumo de leche y sus productos derivados ha sido habitual durante años el chance de padecer de esta afección es mucho menor que en aquellos pueblos en donde, tradicionalmente, no se consumía leche. 
A esto se le denomina: Deficiencia congénita de lactasa.
Como resultado de esto, la intolerancia de la lactosa a nivel mundial varía dependiendo principalmente del origen étnico.
Es decir que los grupos más afectados son por ejemplo: los africanos, indios, americanos y asiáticos, en comparación con la escasa incidencia que presentan los estadounidenses caucásicos y los europeos escandinavos.
Y si te pones a pensar que en el Perú no habían vacas hasta la llegada de los españoles... sacarás tus propias conclusiones.
Pero has caído alguna vez en la cuenta también, que la leche en los mamíferos en general está destinada a alimentar a las crías en las primeras etapas de su vida y una vez que ésta alcanza un desarrollo suficiente para alimentarse  por sí sola, interrumpen su consumo y jamás vuelve a ser utilizada en la edad adulta.
Nosotros los seres humanos en cambio, somos los únicos mamíferos que siguen consumiendo leche durante toda su vida, leche de otras especies además. 
Mientras se me ocurren y trato de responder estas y más interrogantes, mi vida es ahora una vida maravillosa, blanca, cremosa... Y sin lactosa!





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