Pronto será la segunda vuelta electoral en mi país, no soy muy amante de la política a pesar de mi vocación social, pero sin embargo no puedo dejar de sentir curiosidad y ver con asombro como andan de revueltas las cosas allá de donde yo vengo.
La verdad es que ninguno de los actuales candidatos cumplen a mi parecer con el perfil ni me dan buena espina. No voté ni hubiera pensado jamás votar por alguno de ellos.
Pero la historia es ahora otra y sólo quedan ambos como opciones válidas.
Quiere decir que la actual coyuntura obliga a cada peruano a elegir inevitablemente por uno de ellos; algunos se regocijan porque su preferido pasó a la última ronda, otros en cambio prefieren votar en blanco. Pero para ser francos esa última opción tampoco me convence, siento que sería como tomar el camino fácil, algo así como lavarse las manos y rechazar a formar parte de la historia, o mejor dicho a escribirla.
Los dos son cuestionables por donde se les mire, los dos tienen rabo de paja como se dice.
La única frágil diferencia que muchos no ven, o al menos se rehúsan a hacerlo, es que a uno de ellos, o mejor dicho, "ella", representa indirectamente la oportunidad que el pueblo peruano alguna vez le confió a su padre y que a pesar que algunos quieran negarlo, malgastó y abusó. Y quien sabe hasta la continuidad del que fue un gobierno nefasto.
En conclusión, podría ser considerada como un mal ya conocido.
Pero supongo que las personas le temen más aún a lo que no conocen. A lo nuevo, a lo incierto.
Por eso aquellos que no poseen una memoria frágil, prefieren muy a su pesar votar por una propuesta no tan "revolucionaria".
Pero qué es revolucionario después de todo?
Seamos críticos, puede ser que parte de los que hasta hoy poseen dudas respetables sobre el plan del candidato, basen sus miedos no precisamente en la estatización o supuestas medidas que provoquen inestabilidad económica, sino más bien sientan un pánico oculto a la pérdida de su estatus.
Seamos críticos, puede ser que parte de los que hasta hoy poseen dudas respetables sobre el plan del candidato, basen sus miedos no precisamente en la estatización o supuestas medidas que provoquen inestabilidad económica, sino más bien sientan un pánico oculto a la pérdida de su estatus.
Entre tanto me pregunto, será que nos está llegando con claridad y transparencia el mensaje, o más bien los medios indirecta y subliminalmente pretenden decidir por nosotros?
Me molesta que minimicen nuestros propios puntos de vista, que se corra la voz y pretendan influir en nuestra decisión. Ni Bayly ni Vargas Llosa pueden hacer las veces de mi conciencia ni elegir por mí.
No poseo una billetera abultada ni una cuenta en el banco que me asegure el bienestar de por vida, no tengo una memoria olvidadiza y me niego rotundamente a dejarme llevar por manipulaciones o falsos golpes de pecho.
No poseo una billetera abultada ni una cuenta en el banco que me asegure el bienestar de por vida, no tengo una memoria olvidadiza y me niego rotundamente a dejarme llevar por manipulaciones o falsos golpes de pecho.
No, soy en cambio como muchos millones de seres más, una peruana que confía en la buena voluntad y cree verdaderamente que han llegado tiempos de cambios.
Que es consciente que las diferencias abismales que existen entre nosotros nacieron de la pobreza de algunos, de la inadecuada educación de otros, de la carencia de muchos.
Estoy segura que llegaran tiempos mejores en los cuales todos seremos uno.
Un espacio y lugar donde recibamos las mismas oportunidades y alcancemos el éxito que nuestro esfuerzo merezca.
Hasta ese día, procuraré mirar al futuro con optimismo.
Gane quien gane, una nación no está compuesta por un presidente o presidenta, ni por una junta de ministros, ni siquiera por los propios congresistas.
Nación somos nosotros, todos y cada uno.
El cambio que necesitamos al fin y al cabo, no se dará un día Domingo de elecciones, ni lo decidirá únicamente una cartilla de votación.
El cambio, hay que reconocerlo, somos tú y yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario