Pocas poseen nuestra gracia o nuestro salero, pocas mueven tan bien sus caderas contorneadas al ritmo de un festejo.
El espíritu revive y danza al compás de nuestra peruanidad con las notas de un cajón y una guitarra.
El castellano se vuelve música en nuestras palabras y nuestros labios le regalan a la lengua de la madre patria una melodía sin igual y contagiosa.
Nuestras manos hacen magia y conquistan cualquier paladar con un cebiche o un lomo saltado servido en la mesa.
La generosidad, el buen humor y nuestro encanto latino, derriten corazones que rendidos caen de todo el mundo a nuestros pies.
Nuestra piel que coquetea con el sol y nuestros ojos profundos, hacen nuestra belleza no sólo exótica sino además exquisita.
Somos una mezcla encantadora, defendemos con coraje lo que amamos y convertimos lo que ansiamos sin dudar en nuestro.
Somos hijas dedicadas, madres amorosas, amigas fieles y amantes complacientes.
Somos coquetas y sorprendentes.
Multiplicamos el escaso presupuesto si hace falta, trabajamos duro y nos sobra energía para hacer las veces de amas de casa.
Cuando caminamos por calles lejanas, nuestro carisma nos hace dueñas del mundo y nuestra sonrisa es capaz de iluminar cualquier espacio ajeno.
Toda nuestra gracia es parte de una herencia incalculable, de una combinación maravillosa y de una tierra generosa.
Soy orgullosamente latina...
Soy peruana, con jazmines en el pelo y rosas en la cara; Trujllana con pañuelo que revolotea y se ufana, con mirada de primavera y risas enamoradas.
Soy peruana, con jazmines en el pelo y rosas en la cara; Trujllana con pañuelo que revolotea y se ufana, con mirada de primavera y risas enamoradas.
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