Cuando empezaba la universidad y surgió la oportunidad de hacer las veces de traductora en una agencia Au Pair en la ciudad donde yo vivía, el pánico me inundó y pasó por mi mente declinar ante tal ofrecimiento; sin embargo mi padre, muy directo y conciso, me dijo: "Yo, que he vivido mucho más que tú y soy una persona adulta que supera los cuarenta, podría andarme con dudas, sin ánimo de experimentar cosas nuevas, pero tú que por el contrario eres tan joven, deberías arriesgarte a equivocarte o a acertar, de eso se trata la juventud después de todo".
Me quedé con sus palabras revoloteándome todo el tiempo y terminé por aceptar aquél trabajo de medio tiempo.
Papá tenía razón, mi edad que por aquél entonces apenas superaba las dos decenas, tenía que estar dispuesta a arriesgarse, a probar cosas totalmente diferentes a las acostumbradas, a vivir esa etapa llena de novedades e inciertos, con hidalguía, resolución y sobre todo con harta curiosidad.
Él lo sabía perfectamente, él había pasado precisamente por eso y sólo buscaba compartir su sabiduría y animarme a arriesgarme y poner a prueba mi talento; al final como él también solía decir, lo peor que a uno le puede pasar es sumar una experiencia valiosa más al baúl de los recuerdos.
Gerta tenía la cara dulce y el pelo blanco de aquellas abuelitas engreidoras y tiernas, varios años atrás tomaba religiosamente los domingos lonchecito con todos nosotros y no dejaba de hablar orgullosamente de Hansi, el pequeño lorito que le hacía a diario compañía desde que su esposo murió. Un regalo que recibió de su hijo para así alegrarle con sus aleteos coloridos el día.
A pesar que no nos unía ningún lazo directo, Gerta siempre fue muy amable conmigo, me abrazaba con la misma calidez que a su propia nieta y me sonreía mientras me pasaba el azúcar en la mesa.
Cuando llegó el verano todos me recomendaron ir al trabajo en bicicleta, el aeropuerto donde hacía las veces de counter efectivamente no quedaba tan lejos, y el airecito fresco junto con sus días soleados me animaban a seguir sus consejos.
Entonces se les ocurrió también a todos en la familia, que yo podría usar perfectamente la bicicleta que Gerta guardaba en el garaje desde hacía ya unos años. Resulta que un buen día calló de ella cuando se encontraba pedaleando camino a la panadería y entonces preocupados resolvieron que a su edad ya no estaba para esos trotes.
Esa bicicleta lila, que por cierto aún conservo, me sirvió para ir a diario al trabajo, para lucir unas piernas más contorneadas y para perderle el miedo a las caídas intempestivas, a los rasguños y a las heridas.
Ayer camino al supermercado, Markus me contó que en Gößnitz, la pequeña ciudad dónde tuvimos nuestro primer departamento juntos y dónde Gerta también vivía justo en el mismo edificio que Rudi, su abuelo; había sucedido un lamentable accidente.
Al cruzar Gerta la calle junto con una amiga, haciendo uso de su acostumbrada independencia, fueron ambas sorprendidas por un auto que las embistió y les quitó la vida.
Me quedé boquiabierta y sin palabras, luego lloré de la pena; me imaginé el dolor que toda esa familia, que por cierto hace mucho tiempo no veo, podría estar en estos momentos sintiendo, recordé nuestros lonchecitos de fin de semana y la vez que le llevé flores por su cumpleaños y cuando Hansi se posó en mi hombro para darme la bienvenida.
La vida es tan fugaz, en ocasiones tan efímera.
Solemos perder el tiempo dudando, temiendo, negándonos a nosotros mismos nuevas oportunidades.
Obviamos los te quiero, postergamos los mensajes o las llamadas de cariño, restamos importancia a las muestras de afecto, confiamos tontamente que nuestras personas especiales saben con certeza que las amamos y cuánta diferencia hacen en nuestras vidas.
Quizás Gerta no fue demasiado allegada a mí ni llevábamos la misma sangre; pero sin embargo siempre que estuvo cerca sentí su aprecio y su cariño, siempre me miró con ternura de abuelita porque sabía que la mía andaba lejos.
Hoy hace un día espléndido en Leipzig, el sol resplandeciente en el cielo parece estar diciéndonos a gritos que ya es primavera.
Hoy daré una vuelta en bicicleta, para que mis ojos se deleiten con el pasto verde y las flores nuevas, para que el viento me susurre en el camino y juegue divertido con mi pelo.
Hoy mi corazón la evocará sonriente y celebrará poder pedalear tan vivo ésta y muchas primaveras, hoy los recuerdos bonitos y las muchas flores pintarán de un lila intenso la mañana.
Hoy es un día especial de muchos días soleados para mí, hoy elegiré un camino nuevo de muchos caminos distintos por elegir.
Yael Naim et David Donatien "New Soul" von totoutard
No hay comentarios:
Publicar un comentario